Queridos amigos, si ustedes me lo permiten
les voya contar una historia verídica: pensaba
con mucha alegría que tenía una amiga; hace
unos veinticuatro años que la conocía y le cogí
tanto cariño que la quería como si fuera una -
hija. Siempre me decía que me cuidaría y mu
chas cosas bonitas que me creía y ahora que
soy mayor me dejó tirada como una colilla; -
cuanto más le daba más quería y como soy
tan cariñosa la quería y la creía pero pienso
yo ahora que me hizo esa grandísima mali-
cia. Aquellos besos y abrazos que me daba
¿serían todos falsos? porque los que yo le
daba, eran de todo corazón y nunca estaré
arrepentida. Ella es joven, trabajadora y por
fuera muy bonita, pero yo con ser más ma-
yor y no tan bonita no me cambio por ella,
mis corazones, porque si no muere de joven
llegará a ser viejecita y el desprecio tan gran-
de que me hizo a mí, no se lo deseo a ella -
ni a nadie mis queridas amigas porque
perdono todo pero si Dios no le perdona a -
ella entonces si que está perdidiña. Esto se-
ra verdad o mentira como yo pienso porque
las mentiras nunca me gustaron y descubrí
con muchísima pena que me mentía.