El hombre que mató a su ego fue tomado ayer preso
por la policía
como no tenía ego se declaró culpable y el juez lo condenó a prisión
cien años de cárcel sin derecho a amnistía
y todo por matar al ego
no hay perdón de Dios.
Como no tenía ego no le importó limpiar las letrinas
como no le quedaba ego a jugar futbol nadie lo convidó
como estaba exento de ego desapareció entre bambalinas
y una noche vulgar y asesina
todavía sin ego se mató.
Y como seguía sin ego nadie lo enterró.
Pero curiosamente su cuerpo no se pudrió
y se convirtió en un millón de margaritas
cuando la gente le leyó
todo lo que el escribía en su humilde habitación.
Su ego estaba vivo
en sus poemas de amor.
Había matado a su ego
pero no a su corazón.