En un rincón de mi casa,
tengo suplicios de goma y de carne,
en ese rincón de la casa,
tengo dos sillas de cuerpo y madera,
y es el único rincón de mi casa,
donde lloran los corazones,
corazones con miles de caras,
corazones que anidan silencios,
de dueños...
con gemidos y alabanzas,
de dueños jóvenes...
con vestidos viejos, y canas arcanas.
Hay una casa de corazones,
donde los pasos no tienen sentido,
es aquella la casa, de un solo dueño sin nombre;
... pero tengo una casa de corazones,
teñida y orlada,
con lágrimas de sangre y de seda;
aquella mi casa, tiene mil colores,
que dejan sabores inquietos,
sabores del dulce icompleto,
como almibar probado en un sueño.
Hay un rincón en mi casa de corazones,
que alberga dibujos de relaciones
relaciones seniles, de amor y deseos,
primigenias todas de cuerpo y temores;
hay una mesa, en el rincón de los corazones,
donde se sirven arroz y linaza,
y donde la dama recuesta su cuerpo
tan lleno de ganas,
donde despide a su amor,
en un viaje de subidas y de bajadas.
Hay un lugar en mi casa...
donde se albergan los corazones.