En cada aurora
hay un presagio funesto
del día que muere vacío
si no te escucho.
Pero el alba alienta bermellones
en las claras tintas de la noche
si tu voz me permea y fluye
como un río que baja
del monte azul de mis nostalgias
cuando te escucho.
No me hables …¡Pero no te calles!
tus palabras cobijan mis vuelos
aún con tu silencio …yo soy fuego.