después
cuando mis brazos se hayan dormido
ven a mí
(no ceso de escribirlo)
con flores rojas a turbarme el alma
trescientos sueños como
trescientos caballos derrumbados
será cierto que así es el invierno
lo que antes fue canción y bodas
ahora es doblez una enorme ciudad
cayéndose
te pedí tan poco
(no ceso de escribirlo)
recibí delirio muros
laberintos
violentamente laberintos
un color de hiena
persiguiéndome
ecos de la sombra de una hiena
la sombra de la risa de una hiena
persiguiéndome
queda el recurso de llorar ahora
pero qué lágrimas poner en mis ojos
sino las que tú perdiste
al entrar al mundo.
G.C.
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