Con tus ojos en paz y con tu vida
al azar de la conquista preparada,
espérame en la luz de la alborada
para juntos iniciar nueva partida;
sin trampas y sin miedos jugaremos
y la gloria mayor que alcanzaremos
será aquella victoria conseguida
sobre el flujo tenaz de desamores
y el ataque continuo de dolores
que amenazan bloquearnos la salida.
Las armas que usaremos en el frente
serán mi decisión y tu constancia,
el repudio total a la arrogancia
y un deseo fantástico y vehemente
de ubicarnos al máximo de altura
y dejar que con sus vientos, la ternura,
nos confunda en un abrazo de repente
y nos haga retomar nuestros caminos:
el de hija y no más… sin desatinos;
el de padre y no más… sencillamente.