La gota caía
del techo al piso
cada vez que llovía
de modo preciso.
Nunca nadie hizo
ningún intento,
para evitar el encuentro
de la gota al piso
y ella incesante
con su afán constante
un día de tantos
lo hizo añicos.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela