Como dos palomas blancas
mis manos revoloteaban,
acariciando tu cuerpo,
acariciando tu almohada.
Jugaban con tu cabello,
resbalaban por tu espalda
haciendo un nido del lecho,
de amor, de luz, de esperanza.
Y después de dar amor;
soñando con su bonanza,
se dormían en tu pecho
para acercarse a tu alma.
Hoy, mis dos palomas blancas,
ya no tienen el calor
que les brindaba tu cuerpo
y vuelan sobre el lecho
buscando un poco de amor.
Con miedo y temblorosas,
al sentirse abandonadas…
Se desmayan como rosas,
en el hueco de tu almohada.