Toca los labios de mi Luna,
en clave desencadenante,
el ápice azabache de tu aliento…
Posa un enjambre de estrellas
en la pausa de mis pulsaciones,
en los puntos azules de mi conciencia…
Nudistas cavilaciones inundan mi sensatez
y estalla el matiz sonoro de ese tan preciado silencio,
que rompe la gravedad de mi piel en un instante fogoso…
Mis variaciones oscilan
entre el sustrato envolvente de tu lengua
y el reflejo transparente de tus ojos,
cuya dulzura salvaje me empina
al acorde distinguido de tu clímax amoroso…
Reluciente resonancia
que alberga su veta encarnada
e inusitada en la fibra temblorosa de mi existencia…
Alma incalculable que abraza mi esencia
y destruye la visión del tiempo,
extinguiendo las capas del calendario…
Eternizando el instante de la carne
en la infinitud que me asila en sus manos…