Estos versos no son míos:
durante nueve lunas acunaron mi sueño
y después fueron sol, lluvia, luz, viento intenso,
que mi infancia inundaron de especiales momentos.
Es decir,
me llegaron contigo cuando ocurrió el suceso
de haber sido escogido como fruto en tu huerto;
vinieron enredados en tus primeros besos,
crecieron a la sombra de tus avemarías
o en el sacro misterio de aquellos padrenuestros.
No son míos:
de tu amor y tu fe, son pequeños destellos;
de tu noble constancia y tu apego sincero
ellos se alimentaron y siguieron creciendo.
No son míos estos versos…
mamá… ¡te los devuelvo!