Raúl Daniel

La Fecha

 

El día en que yo me muera,

igual trinarán los pájaros

y, si fuera primavera,

florecerán los capullos

de las rosas y azucenas...

no será un día distinto,

igual girará la tierra.

 

No se arriarán las banderas

a media asta...

ni cerrarán los negocios

sus puertas...

el día en que yo me muera

será otro día más,

¡un día como cualquiera!

 

Lo sabrán sólo los ángeles...

y los miembros de mi iglesia.

 

No habrá luto en las escuelas

ni soldados en sus galas

ejecutarán las salvas,

no se oirán largos discursos

en cámaras o recoletas,

no es que muera un general,

conductor de una matanza,

¡ejecutor de una guerra!,

es mi destino histórico:

¡fue siempre así con poetas!

 

Pasarán algunos años,

las denuncias...

de los hechos, en mis versos,

deberán volverse viejas,

¡que no molesten a nadie!,

¡que sólo sean recuerdos!

 

Y entonces sucederá,

que en los pianos y guitarras

explotarán melodías

para acompañar las rimas

que gritarán las gargantas...

(por más que quieran cantarlas,

mi obra es sólo eso:

¡fuerte grito de esperanza!)

 

Pero el día en que me muera

trinarán igual los pájaros,

igual se harán las labranzas,

igual girará la tierra...

 

Tal vez... cien años después,

en la ciudad en que nací

o en alguna en que viví,

y en cualquier plazoleta,

asegurada con clavos,

mi nombre, en una plaqueta,

tendrá, abajo, la fecha

de ese día en que fuera

que dejé de encadenar

palabras, rimas y métrica...

 

¡Ah!... si no tienen para clavos,

pueden usar los que ahora

me ponen todos los días,

esos mismos que idolatran

¡a los antiguos poetas!

 

Y... los que en verdad me quieran,

los que me han amado,

ese día, es mi pedido:

¡canten, bailen... y hagan fiesta!