Mujer, niña de mis versos
Cuántas cosas
Hay entre los dos,
Silencios, dolores
Distancias,
Bolígrafos, papeles
Y canciones,
Melancolías
Y nada.
Hay un estupor entre nosotros
Concurrido de caricias añejas
Raídas de tanto repasarlas
En las memorias de los dos.
Mujer, sombra de mi pluma,
Cuánto tiempo me toma tu trazo,
Cuánto esmero de lágrima
Y tinta,
Para dibujar sobre mi abrazo tu línea.
Cuencas de vidrio tapizan mi suelo,
Cruje mi caminar desorientado
Como grito de mi ser y su delirio;
La rosa de los vientos y mi camino
Estarán siempre en duelo,
Al ritmo sonoro de mi paso perdido.
Mujer, blanco papiro impío,
Sacrílega ave que sobrevuela el poderío del Olimpo;
A tu ayuda mis versos rezan y concurren,
Bajo el velo de la impura soberbia
Con que los sacuden los golpes del tiempo.
Mujer, sepulcro de mi canto,
Mis voces en ti se acurrucan,
Cuando tus labios mi beso
Intranquilos buscan;
¡Oh mujer! Entierra en mi pecho tu fina mano,
Arranca el corazón fermentado
Con latidos que por ti retumban,
Bébelo, y con mis venas en tu vino
Ve llevándoles a su cielo añorado,
Y a su último descontento...
Su último arrebato.