La luz renace de tal elevado realce,
el cielo se estremece y se mece,
al ver cuánto amor entregado,
del dolor acogido de su Hijo amado…
Al canto de los Ángeles asciende
la Reina descalza, la llevan en alzas,
acunada en la luna, en alas elevadas,
Madre amada, alma de mirada alzada…
Los cielos se abren, tocan a cantos celestiales,
va la Madre amada, acogida en tronos reales,
un coro de Ángeles la rodean en auras floreales
de aromas tales, rosas, romeros y hasta pinares…
Valles y mares guardan tal corazón amado,
del fruto naciente que en amor es entregado,
esperando que se recoja de la siembra amada
de las almas guardadas, que esperan ansiadas…
De los cielos Reina amada, en la tierra venerada,
almas de ti sembradas, de la cizaña son apartadas,
que con tu manto recoges y guardas en alas calladas,
Reina amada, venerada, de tus altares se llenan moradas…
Madre coronada, de altos altares, de alas alzadas,
caminas descalza por sombrares, iluminando pasajes,
acariciando corazones rasgados, cobijados bajo tu manto,
Madre de la tierra amada, Madre del universo, de la luz, adorara…
Madre elevada a los cielos, en altares venerada, en moradas clamada,
Madre de las almas calladas, de los cielos a la tierra en llanto reclama,
Madre de la luz amada, de estelas marcadas, llama de eterna reflejada,
Madre de la vida eterna, aromas derramas en sendas marcadas y guiadas…
Autor: Luis P. Limiñana
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