En tu alto silencio,
sabroso vértigo de la audacia,
sustento mis suspiros…
De la mano de tus ojos salvadores
erijo la malla de espejos,
que hacen de mi lengua un brillante pergamino…
Un desprendimiento azul se toma mis palabras
y te advierto en mi delirio,
envuelto en el vidrio empañado de la locura,
que anuda los vapores de mi sombra
a tu silueta iluminada…
Golpetean mi respiro las pinceladas de tu aire,
instante en que tu mapa indiscreto
desliza mi figura,
descubriendo mi tesoro índigo…
Con finura
abordo los pliegues de tu aliento,
-timonel de mi pensamiento-,
y me intoxico de tu verbo embravecido…
Me traslado a la dimensión de los sueños,
hacia el fondo de mis páginas marinas,
a orillas de tu idílico misterio…
Y en un pacto de formas y matices
concibo el fruto de tu tacto,
estigma que propinas a mi pluma
su perspectiva perfeccionando…