La lluvia corre por las calles como los ojos se escurren en lágrimas; sin destino y con amargura. La ciudad se ahoga en el manto gris de neblina y se desvanece en una eterna monotonía... Yo me pregunto dónde estás... Te busco en el velo ceniciento y no te encuentro; mis ojos se pasean por el cristal empañado de soledad y por las gotas de lluvia que resbalan lentamente como antes tus dedos sobre mi piel... Eres un sollozo que no encuentra salida. Saboreo el olvido y la nostalgia de olvidar, la lluvia entra profundamente en mi delirio y muerde mi piel en tristeza y agonía. Siento a mis huesos crepitar de deseo, mi voz se sumerge en un llanto y el sollozo no encuentra salida.