Toda yo era como aquel nido vacío...
del cual emigraban de prisa los pájaros,
despoblado de luz, color y sonido,
un hueco sin vida llenando un espacio.
Escondido en las sombras de un árbol seco,
soportando la lluvia, el frío y el viento,
mirando la vida a través de un desierto,
ansiando la muerte perdido en el tiempo.
Toda yo era como aquel nido vacío...
pero llegaste como un rayo de sol,
las ramas del árbol brotaron de nuevo,
el árbol de trinos pronto se pobló.
La tierra agrietada parió las semillas,
tu calor inundó el espacio vacío...
dentro del nido que yacía sin vida,
¡el amor transformó el invierno en estío!