Aquel sorbo de vino
que dejaste en la copa.
Lo libé con deseos
de besarte la boca.
No fue mi sed, lo que calmó al beberlo;
abrió en mi Ser las ansias de tus besos.
Aquel resto de fruta que dejaste.
No fue la calma de mi amor hambriento.
Fue un galope de amor por tu hermosura
y el deseo sin fin por tu belleza.
Aquella servilleta que jugó entre tus dedos,
y que rozó tantas veces tu boca.
Fue tu mano apretada entre las mías,
mientras besé aquel dorso de tu mano.
Y con mis manos construí un marco
en redor de tu cuerpo,
para besar tu frente, tus ojos y tus labios,
aspirar de tu cuello el sudor perfumado.
Mientras buscando develar tu cuerpo
se deslizan mis manos.
Sienten mis labios húmedos
el hervor de tus senos,
el temblor de tu vientre...
y el vibrar de las alas de las mariposas
que aletean en tu vientre temblorosas.
Mis labios siempre ansiosos por besarte,
exploran: tus muslos, tus piernas y tus plantas...
¡Ya no me aguanto más!.
El amor se desata
y el fuego lo consume como si fuese brasa.