Adiós a las ventanas,
las cierro para siempre.
Abro mis puertas
y salgo a caminar.
Quiero narrar
el Mundo
desde otra perspectiva:
desde afuera.
Seguramente
que el viento al despeinarme
caerá muy bien a mi naturaleza
decadente por los años.
Pongo en ceros el odómetro
y comienzo mi viaje
al centro de las cosas,
ahí donde se encuentren.
Viajaré soñando y mirando
las cosas como son,
desde adentro y no por fuera,
que la apariencia
es distinta de la esencia.
Dejo fluir las palabras como brotan,
y ahora desde el proscenio
bajo la luz de un cenital,
que me incomoda
para mirar
a la audiencia presente:
Comenzaré a hablar.