Hoy, sentado en mi balcón, con mi pensamiento errante,
Veo correr las nubes en vuelo desesperante;
Y así me siento yo, desesperado y pensante,
Porque ya no puedo más, esto es agonizante
Por más que le pido a Dios, parece que no me escucha,
O tal vez es que mi voz, él la oye y la esquiva;
De tanto pedirle ya, tal vez de mí se ha cansado,
Pero yo no tengo a quien, sino a él, que me ha salvado.
Pero si algo no olvido, fue a una mujer que amé,
Y la tarde oscurecida me envuelve en su recuerdo,
Que es tanto, que no puedo, arrancarla de mi pecho,
Y sé que Dios también sabe, para él nos es un secreto.
Yo continuo observando, el paso que dan las nubes,
Y noto que se ha nublado, no creo que sea por lluvia;
Es que hasta ellas notaron, la pena de mi recuerdo,
Y les juro que es por eso, voy a hacer llorar la tarde.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita