Si te digo que mi amor
fue un joven algo inquieto
que murió insatisfecho
tras un intento primero,
es muy obvio que al hacerlo
yo, te estaría mintiendo.
Si te afirmo que su fuego
se extinguió hace ya tiempo
y que ante el tumulto ciego
de afectos aventureros
sencillamente trocó
su calor por duro hielo,
o, si te alargo este cuento
diciendo que una traición
lo arrancó de su simiente
y esterilizó sus sueños,
nadie en pie sobre la tierra
tendría razón de creerlo.
Mi amor venció a la tormenta,
sobrevivió a los apremios,
hizo inútiles las ansias
que tuvieron de vencerlo,
y se levantó más fuerte,
más seguro, más intenso.
Hoy es tuyo… todo… entero;
es su horizonte el que miras
y es su altura tu vuelo;
si ha de morir, algún día,
me gustaría que lo haga
arraigado a tus anhelos
y en ti fundido… ¡créelo!