Eres de esbelta figura.
tus cabellos de oro, finos
y sedosos sobre tu espalda
que me pareces la Virgen Inmaculada.
Son tus ojos azules como el cielo
y transparentes como las aguas,
rayos de sol y luna
reflejados en tu mirada.
Es tu piel aterciopelada
como la más delicada porcelana,
son pétalos de clavel y rosa
las mejillas de tu cara.
Dedicas tu vida al arte
de la música e interpretarla
rodeando el violonchelo con tus brazos
como si del gran amor se tratara.
Tus manos bellas mariposas
sobre el diapasón y el arco posadas,
mágicos dedos que sobre las cuerdas
las furtivas notas sacan.
Haydn, Bach y otros genios
de la música son tus armas
luchando desde muy niña
por esta Arte de la flor innata.
Eres como una blanca gaviota
surcando los aires temerosa y desorientada,
¡vuela alto, muy alto, blanca gaviota
te sobran energías y agallas!
Y si en el esfuerzo realizado
el cielo consiguen rozar tus alas,
una nueva estrella brillará en el firmamento
y la gloria será tu morada.
Fina
Buñol, Enero de 1996