Penumbras que ahogan al alma
en el respirar de calma,
cuando no responde el sentimiento de amarnos
que ante cielo y tierra en viento juremos.
Porque al amarnos es salvarnos
del tiempo como de las horas,
cuando en la noche dormida
despierta está la luna,
como despierto está mi amor,
como el día del sol de la mañana...
Penumbras que se alejan
desperdiciando sus sombras
al ver cómo nos amamos,
viendo reflejando al sol y a la luna
como a las estrellas aún bajo tierra,
como al cielo en su luz descanso,
aun haya penumbras en el mundo
como penumbras rozando a mi lado…
Penumbras que alcanzan al alma
y que al amarnos abre la ventana
de luz para alumbrar la esperanza
que alienta en calma,
cuando se acercan a ensombrecer
la descendencia del crecer,
absorbiendo las ideas de ilusión
como los sueños construidos
del mismo amor…
Penumbras que se acercan al alma
dirigiendo nuestras vidas de paz y alegría,
señalando que nos amargo el día en agonía,
de aquella tarde que de amor era cierta
como de la noche que entre sabanas
de amor el alma yacía,
embadurnando de suave pasión
nuestro amor, para acariciar
fuerte al día, mientras
las nubes oscurecían...
Penumbras que nos arrastra al alma en tierra
como las amapolas arrastran
su polen en suave seda,
en la fuerza que de viento las aclamen
que son rojas e indefensas,
como e indefensos son
los caminos de amores,
sin penumbras de colores,
como son las aves cuando se oyen
en sus cantos de la calles…
Autora: Lucía Pastor
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