Luces de nuestras entrañas,
reflejo de soledad,
la madeja de un destino,
el latir de una oquedad.
Gritos ondean al trote,
silencios sin caminar,
una nube que se esconde
entre suave resoplar.
Los anillos se han caído,
es de tanto señalar,
la estrella que te rehúye
y no puedes atrapar.
A veces llegan las noches
con su tono amanecer,
me pregunto si es que existes,
veo lo que quiero ver.
Y tú que callas cuando hablo
no me dejas más opción,
Que marcharme dando tumbos
y donarte el corazón.