“Bajo el frío de la soledad
érase una vez, dos cuerpos extraños
que se encontraron sin exigir
una sola pausa de un mundo con prisa”
Se reconocieron.
Se juraron desde aquel encuentro
pertenecerse uno al otro.
Los detalles no existieron.
No hubo música de fondo, una luna grande
árboles frondosos, hadas o danzares.
Fueron ellos solamente, sólo ellos.
Se reconocieron inmediatamente
él, en la mirada de ella.
Ella, en las palabras de él.
Y el silencio más honesto brotó de sus miradas.
Pero el silencio no hace eco, y el amor es cruel.
Él murió al poco tiempo.
Ella decidió seguirlo…en un barco de papel.