Como lo hace el narrador,
tras bambalinas, me ocultaré
en el imaginario del oyente,
porque la historia es más
trascendente que el actor que
engola la voz para contarla,
con la entonación correcta.
Los matices del paisaje,
los tonos de azul del cielo
y de la campiña en verde.
El sórdido paisaje, el viento cálido
o el furibundo silbo del ciclón.
El mar que inspira lo mismo
fascinación que miedo,
la configuración agreste del terreno,
los trashumantes, los avaros
mercaderes, los mendigos,
o los niños famélicos
que en se encuentren.
Los minerales y metales preciosos
de las minas, los magníficos
cristales de las cuevas. Las mujeres hermosas, y tus ojos.
El canto de las aves, y las amenazantes sombras de los buitres.
Todo está ahí como en espera
de ser contado y descrito para quien
oírlo quiera.
Atención… atención: Tercera llamada,
tercera llamada… tercera.
sábado, 16 de agosto de 2014
10:10 a.m.