A esos zapatos dorados
que me izan en asta el ego,
que me aúnan.
dos en una
(la pequeña
y la orgullosa)
me deslizan
por el suelo.
Recuperan la suave brisa
de los pies en terciopelo,
de las piernas adosadas
a un cuerpo,
a un seso.
Me rescatan de la quimera
de sí quiero
y no puedo,
flotar hasta la altura
de la bandera del miedo.
Diez centímetros de estima
fabricada en un espejo.
Desnuda con mis zapatos
soy tu amante
y soy tu verso.