Fueron ocho los poemas que me tomaron
deshacer el dolor, echarlo a un lado.
Me ayudaron todos ellos a arrancancar la amargura,
aunque el tiempo que me tomaba parecía locura.
Aun el número nueve estuve a punto de terminar.
Si bien en el trayecto me costó volverme a inspirar.
Y fue entonces cuando de repente ocurrió
que sin querer, todo, ¡bum! se eliminó.
Supe en ese instante que el día había llegado,
pues sin darme cuenta todo estaba olvidado.
Consideré que ya no habría poema alguno,
era como si el sentimiento quedara nulo.
Entonces, tal vez, sea éste el último poema
que escribo para ti sin más dolor ni pena.
De ahora en adelante respiro y siento alivio
porque me deshice del llanto, y de nuevo vivo.
Y era cierto: todo sería mejor al dejarlo ir,
porque el nuevo ingrediente está por venir.