Necesitamos tener
los mismos sentimientos
de hace un tiempo.
No podemos llevar esta
vida como si fuésemos
seres irracionales.
Hasta hace poco
jugábamos como dos niños
haciendo competencia
de cuál de los dos
tenía mejor conducta
en nuestro diario vivir.
Unas veces ganabas tú.
Otras yo.
Interesante nuestro juego.
Ahora nuestro juego se asemeja,
pero ya no es lo mismo.
¡Estas nuestras eternas discusiones!
Siempre terminan en lo mismo.
Los años nos cambian.
Algunos afirman que
a medida que pasan los años
uno vive cada vez más enamorado.
Con más afectos y comprensión.
Para tener mejor convivencia
debemos usar la razón
del corazón.
El nuestro está debilitándose.
No tenemos que llegar
a determinaciones extremas.
En esta casa todo fue alegría.
Ahora parece una sala mortuoria.
No tiene un sólo cajón,
existen dos.
¡ Pensar que estamos vivos,
y parecemos dos
cadáveres...!
Tienes tu estilo de vida,
que en nada se parece
al que antes
solíamos tener...
¿Sabes? En estos casos
siempre uno busca
culpabilidad en el otro.
Tú estás exenta de ella.
Sí, te lo digo yo.
No me dices
que yo sea el culpable.
Soy yo el que
se declara como tal.
No quieres saber nada
en aceptar lo que yo hago.
A veces, en mi gran pasión
por las letras, reconozco
que te hago a un lado.
Aún haciéndolo, me siento solo.
¿Es que ya nadie me ama?
Pues entérate que ya
no me importa que
no me amen.
Si en este momento
tuviese que optar
entre las letras y tú...
Voy a serte sincero:
No sabría a quién elegir.
Si te cae mal mi respuesta,
sólo te pido me disculpes.
¿Qué siente mi alma
al escribir?
¡Liberación!
Poder expresar lo que
mi alma siente
a través de textos,
que tal vez nadie lea...
Hoy, eso no me interesa.
¿No me crees, verdad?
¡Tanto me conoces,
sin poder llegar
a tener una mejor convivencia...!
Derechos reservados de autor ( Hugo Emilio Ocanto - 21/08/2014)