Al hombre,
helo aquí, pensativo,
mirándose, como siempre,
con la tristeza de estar labrando su vida él solo
frente a un rincón con la mente sucia,
caótica,
y su brújula vendida al primer norte que se le ha ofrecido...
que ya es pronto
y oye el cantar de las flautas saliendo de sus nidos de barro,
porque a veces él también quiso volar.