Había recorrido casi todo el mundo y el universo
Pero por donde fuera siempre fui un forastero
Hasta que llegue a la ciudad de tu piel
Y me reconocí en tu mirada.
Tras caminar por las calles de la vida
En una esquina, apareciste tú,
Con la cabellera dorada
Donde los latido de la alegría
Se anidan y florecen.
Mi mirada se refleja
En tus manos llenos de luz,
Donde mi soledad se humedece
Con el dulzor de tu voz
Mi corazón se vuelve a enamorar
Encontrándose atónito
Ante tu andar,
Tu figura, tu cuerpo
Como guillotina Cortan el aire,
dando espacios A tu sombra
que busca impaciente mis brazos.
Y en ese abrazo sin tiempo y reloj
Has hecho detener todas las ciudades
Todas las distancias frias del ayer.
En cada minuto de este hoy
En cada instante de este ayer
En cada suspiro de este mañana
mi alma claramente tiene las gana de reencontrarte.
Bañada con el roció de las caricias de la luna
Allí Enamorándome y usurpándome,
Nado en tus mares de tus latidos.
Donde eres un pasajero de mis besos
Que son tan tuyo y tan nuestro..
Nuestros labios entrelazados
Fueron encontrados por el sol
El cual nos devolvió las miradas.
Timbrando pasaporte de nuestro amor
Voy en viaje de tu vida,
De tus sueños, de tus ansias de amar
De tus pasos desgastados de tanto llorar
En cada rincón de la palabra
Sembrare latidos de alegría
Sombras de tiernos besos
Murmullos de esperanzas
Que claven los acentos en la voz de tus manos.
Haces remecer las carreteras
De mi poesía, de mis silencios.
Porque en ellas te nombran
Con el sabor de mi inocencia.