Jesús Lantigua

REMEMORANDO

 

Cada tarde en el regreso,

vencido por la ansiedad,

sembraba la eternidad

en tu boca con un beso.

Era el delirio confeso

cuando en la cama te amaba.

Cada tarde yo libaba

cada tramo de tu piel

como si fuera de miel

el cuerpo que desnudaba.

 

Cada tarde compartimos

mil caricias excitantes;

entre orgasmos, jadeantes,

todo el amor ofrecimos

Amantes gloriosos fuimos 

colmando la anatomía.

Disfrutamos la alegría

de nuestro encuentro sexual;

la relación sin igual

que el vivir, nos ofrecía.

 

Ahora que van las tardes

sin una huella de tus besos

temo imaginar regresos

pensando que no me aguardes.

¿Serán ideas cobardes

achacarte, así, el olvido?

Tal vez, nunca te he perdido

y puede que me conserves

entre frases que recuerdes

dichas, despacio, al oído.