Oí el grito azul de la noche
desgañitarse y enronquecer
dentro de campanas de bronce
que repiten su canto fiel.
Allí vi el grito desfallecer
en una alta ventana
bajo oscilación de campanas
cansadas de tanto tañer.
Ese azulino grito
que oí después del atardecer
ahogado en agónico dolor
mientras meditaba en tinieblas
apresado entre las rejas
de un silencio aterrador,
de pronto ensordecedor
va aturdiendo nuestra mente,
mientras el alma intranquila
en su rebeldía vehemente
va agrandando las pupilas
con su apatía elocuente.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Derechos Registrados
Maracaibo, Venezuela.