Entré a un bosque nativo
sobre una senda de hojas
raídas de los viejos robles
secas de savia joven.
Un manto de neblina
entre los troncos jugando
estaba como esperando
que llegara ese hombre.
Entre el rocío frío
apenas se destacaba
era azul su mirada
humedecida encantaba.
Pensé mi musa sería
en esa tiniebla fría,
pero al entrar el sol
difusa se perdía.
Volví por mucho tiempo
para recrear su vida
me quedé atrapado
en tan linda sinfonía.
Me sente a conversear
con mi pensamiento humano
la imaginé iluminando
mis pensamientos hermanos.
Y la convertí en copihue
de roja piel nacarada
me convenció su mirada
dejandome ilusionado.