Tengo el remate de algún pelo inquieto,
tengo en mi labio algún carmín de miedo.
Una curiosa equis rasga mi duda
Y una pregunta que increpa a muchas…
¿Sabe la oruga qué es lo que deja
y en su mutismo qué es lo que espera?
¿Sabe el murciélago, dulce y sangriento,
Que allá en su cueva sobran los muertos?
Puertas dejamos, hoyos abrimos,
o abrimos frutos cerrando manos,
abrimos vida juntando brazos;
a veces somos polvo y olvido.
¿Sabe el gitano leer su mano
e ignorar otros destinos?
¿Sabe el canario dejar su nido
para, doméstico, cantar llorando?
Oye, viajero, al viento a cuestas
Qué es lo que lleva y lo que deja.
Sean doradas las nuevas tardes,
las horas plenas, las risas grandes.
Oye viajero los rascacielos
o el crujido de ese sendero,
cómo son nuevas señas extrañas
donde se encripta lo de mañana.
Oye en tu saco los gestos nuevos,
palpa en seguida tus dos bolsillos,
alguna carta de tiempos quietos
y escribe ahora por los caminos...