He de saber que mis ojos, tal vez,
no son prisión del libre color de cielo,
donde lo puro y virgen posa al en ellos volar.
Quizás no sean verdoso salvaje bosque,
como para querer perderse al encontrarles paz.
A cambio, son color tenaz de tierra,
la siempre fiel sosteniendo pasos;
son color sereno altivo de torso árbol
que da fruto en manada
por el impávido sombrío bosque,
del color fuerte macizo que hincha montañas,
que suficientemente segura se levanta,
como para que el viento a la mente preste alas,
y junto a las aves y nimbos,
sin temor a caer, puedas andar.
Mis ojos son propósito oscuro como la noche,
mirada de humo que no intoxica pero deleita
para que en todo lo demás
le puedas ver el siempre brillar.