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Me preocupa que ya no pienso tanto en vos,
ni en tu figura,
ni en la piel morena
que te envuelve de sensualidad para mis ojos.
Me preocupa que ya no me toca tanto tu saludo,
ni tu broma cotidiana,
ni el cruce de miradas silenciosas
al que me habías acostumbrado cada jornada.
Ya no te busco en las rendijas de mi tiempo,
ansioso de tus sonidos;
ni me deshago en esfuerzos
porque me dediques un poco de tu tiempo.
Tampoco invento excusas para ir a tus lugares,
o para procurarme una leve fricción de tu piel
con cualquier disimulo entregado.
Me preocupa mucho, muchísimo,
que esté perdiendo la esperanza
de tenerte algún día en mi piel