Quimera...
Quisiera algún día conocerte en un verde prado,
caminando descalza entre frescos helechos,
quisiera saber que te he estado esperando...
y no en vano,
pero quisiera saber ahora... por cuanto más tiempo.
Quisiera poder decirte que te amo,
y en cada mañana poder escuchar tu respuesta,
quisiera ver tu rostro amanecido,
y alumbrado por el sol, entrando por cada ventana,
quisiera poder andar en mis silencios, amándote como te amo,
quisiera poder decir, que hoy estas conmigo,
y no despertar y darme cuenta,
que aún te sigo esperando, sentado frente a mi ventana,
descalzo y enamorado.
Quisiera decir tantas cosas como las digo,
y poder mencionar tu nombre juntito al mío,
quisiera que tu corazón latiera,
Fundido como uno solo dentro del mío,
y no imaginar las cosas,
como siempre las imagino.
La Mies Servida...
Voy a germinar tu blanco vientre,
con la pasión entregada por el estambre escogido,
voy a arrancar con mis labios en cada mañana,
el nuevo sabor que ha prendido en tus entrañas,
Y voy a dormir sin dormir, esperando,
que retoñen los lauros de cantos prometidos.
Como rocio del alba,
tus manos tersas y diáfanas,
recogerán dátiles frescos de mi tálamo sacro,
de mis sábanas conjuradas, y
ofrecidas en rituo perpetuo,
a las escencias arcanas,
de una antigua revelación.
Casi como la lluvia,
que recoge las huellas anidadas en el pasado,
y como los copos de la nieve,
tan pura y tan clara,
como tu vientre pactado,
como la flor en su plenitud,
como tu cuerpo,
reclamando de mis manos caricias;
así, como la epoca de estambres...
de cantos, dátiles y conjuros,
también es la época
de la miés del trigo,
la siega del grano
que ha de volver a crecer,
la época de la espiga...
en mi tarima,
también es la hora...
de la mies servida.