¡A ti te escribo oscuro silencio!
celeste duda que naces encendida
y tras años de errante andadura
destiñes nuestras almas coloridas.
¡A ti te escribo amarga ausencia!
a tu risa que roba mi llanto;
no quiero verte ante mí pero
tampoco de ti me espanto.
Tú, tan siniestra presencia
tan mudo bailarín del ocaso
quieres ser el chamán de humo
que cura todo fracaso.
¡Despreciable sombra sin cuerpo
que obras ante los que perecen
con brazos de acero y fuego que
a los cansados cuerpos adormecen...!
¡Dime! donde van las almas,
esos corazones quietos que duermen,
en que lugar abrigas la vida
de los que ahora ya no sienten.
Tu sigilo se clava en el alma
y como una vela consumes el fuego
que vivo ardió por dentro
de una vida, de un ser, de un cuerpo.
Nuestras lágrimas te quitan la sed
y la pena es tu alimento
la desesperación el tren que te lleva
en los viajes del lamento.
No diré que te adoro pero
tampoco es odio lo que te tengo
solo eres un obrero de la vida
que pone fin a cada tiempo.
A tu mundo no sale el sol
ni las flores nacen encendidas
tu morada es el silencio
y el silencio, quizás mente dormida.
Pero no te odio negra bruma,
pues yo se que no existe el morir
tus almas vuelan para descansar
y eso no es más que dormir...