La vida es como un camino,
que nos tiene acostumbrados,
al dolor y a la alegría
encontrarnos cada tanto.
De repente ese camino,
es el justo e indicado,
otras veces sin salida,
otras tantas empedrado.
Esas piedras que no solo,
por zapatos son pateadas,
Esas piedras muchas veces,
se meten en la garganta.
Y ahí está el dolor...
sin preguntar nos acompaña,
va pinchándonos el pecho,
con recuerdos que nos matan.
De negro se tiñen los ojos,
tan solo para esconder,
la pena que se desborda,
que nubla lo que se ve.
Ahí es cuando se busca,
la fuerza que bien se esconde,
para que el camino seduzca,
aunque encantos no le sobren.