Una lágrima inscribe su factura en el anotador. Cae, golpea y colapsa
A veces la noche es un poco, para no hacer penar a los charcos,
hablar del silencio impostergable como una caída o una depresión en el camino.
Decir fragancia, aroma de jazmín, pétalo de vos,
de mí.
Entraña que se apunta irremediablemente en el desgarro,
y ceniciento quema el aliento de tus flores en mi ombligo.
Hilar los sueños, sin tentarse de atraparlos,
enmarcar el blanco hielo y encima no poder decirlo.
Saber que todo, nunca es todo.
Que siempre tampoco es siempre y que nunca,
pudo haber sido, alguna vez amor.