Cierta elegancia en la boca,
cierto desacuerdo, conviene
–corresponde bien–
al modelo que predomina y triunfa.
En la ciudad abigarrada.En los festines
–sexuados–de sus bares y casonas, conviene:
cierta elegancia en la boca, cierto desacuerdo.
En las playitas privadas, en los puentes
de una sola dirección, en las antiguas plazas
–solitarias– ¬que frondosamente te reciben,
conviene mostrar: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.
En la piel seductora de sus hijas, conviene.
No olvides ese dato.
Te recibe amena. Abre para ti sus galerías.
Se entrega sin reservas –un cuerpo arreglado
para la especulación. Pero exige.
Se entrega y exige, un resguardo seguro:
cierta elegancia en la boca, cierto desacuerdo.
Conviene: un poco de travestismo.
En la lógica virtual de los internautas, conviene.
En las rápidas avenidas luminosas, conviene:
bajar velocidades. En la extensa tradición
comentada por los libros –que vuelven
a ser época– conviene: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.
No olvides ese dato.
Corresponde bien al modelo
que predomina y triunfa.