Sufren las flores del monte
el rigor de las tormentas
con pétalos en sus ojos
que caen en labios de menta.
Quejio en el Sacromonte
y el Cristo de los gitanos
con los clavos en sus manos
antes de irse a las alturas
le va rezando a su Padre
mirando hacia Extremadura.
Ya se acordó de su niña
cuando dejó de estar sana
Y el Gran Poder en Sevilla
le da la mano a su hermana
para que el ánimo aupe
después de hablar con su madre
la Virgen de Guadalupe.
Y tras luchar la batalla
las Vírgenes de Sevilla
os pondrán una medalla
hecha de amapola y jara
para esas dos maravillas.