la negra rodriguez

LA EROSIÓN DEL AMOR(Cruzada por la Vida) DE TIZZIA HOLWIN

 

Es justo la mitad de una mañana clásica de Junio, el calor quemante del desierto Chihuahuense, se hace sentir, en la piel y en la mente. Y quizá sea ello lo que motiva esta oleada de ideas que como nubes, intentan protegerme del sol intenso -son las 11:00 hrs. de esta hermosa mañana -.
¿Qué es el Amor? -pienso y respondo de inmediato- ¡Un riachuelo!, un riachuelo que va ganando profundidad con el tiempo, que va afianzando por ahí múltiples raíces y es capaz de reverdecer el desierto al captar unas gotas de lluvia; ¡Un Guamis!, si el amor también puede ser un guamis, porque como el se aferra a continuar a pesar de sus raíces expuestas, a pesar de los socavones que los errores y el tiempo le han ido construyendo.
Mientras observo el paisaje que me muestra como inicia el proceso de erosión en la tierra, suspiro y desvío la mirada ¡Erosión! -pienso en voz alta- y mi hermano me pregunta ¿Me hablas?, sonrío y niego apenas con un gesto y vuelvo a mis pensamientos.
\"Todo empieza con pequeños riachuelos que se van formando al caer la lluvia que acá, en la desértica aridez del norte, es escasa\" -Me taladra en la cabeza- mientras finjo dar una larga bocanada a una pluma que juego en mis manos.
\"Todo empieza con pequeños riachuelos\" pequeños errores, pequeñas omisiones, que de a poco erosionan el amor.
¿En que momento la humedad de los esfuerzos menguaron en su intento por mantener viva una relación? ¿Cómo es que las cárcavas se hicieron tan profundas? 
\"La tierra se ha ido, el aire y la lluvia se la están llevando pero también es verdad que cuando hay lluvia, es muy fuerte y con mucha velocidad, hace que arrastren el suelo y se lleven la tierra generando cavidades que al ojo común, parecen naturales, pero para el conocedor, son cárcavas, signo inequívoco del avanzado proceso de erosión\" -dicen los especialistas -.
¡Que parecidos somos los humanos a la bendita tierra!
Y que profundas cárcavas llevamos en nuestros adentros, cuantas torrenciales lluvias han lavado nuestros suelos; el tiempo y las omisiones, el tiempo y el dar por sentado los sentimientos ajenos, son esos ríos que van ganando profundidad, socavando lentamente nuestras cortezas.
\"La escasez de vegetación, es una de las causas principales de la pérdida del suelo, ya que, el entramado de raíces que se forman bajo la tierra funcionan como una red protectora, al perderse la vegetación, se pierde también el suelo dejando como consecuencia un paisaje erosionado, estéril que asemeja una triste estampa, donde la vida generada por el agua y la vegetación, son solo recuerdos\" -otra vez los especialistas-.
Y es entonces, que mi sonrisa, se torna en tristeza al coincidir con esa descripción.
-mientras, los ojos de mi hermano escudriñan mi mirada, tratando de escuchar mis pensamientos-. El calor va en aumento conforme nos acercamos al medio día, por la ventana veo desplazarse un remolino -hace tanto que no veía alguno- ¡Que extraños somos los seres humanos y la forma que tenemos para relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno! -me digo una vez más-. 
\"Caminar se complica porque hay mucha tierra suelta y los pies se hunden fácilmente\" -si, los especialistas-.
No se los he dicho, pero estoy en un hospital y aquí es muy fácil ver la erosión en las personas, esa vegetación que fueron perdiendo, la ausencia de esa red protectora de raíces que hoy, son solo dolorosos recuerdos que se escapan en las propias voces de los internos, entre las gracias omitidas a las enfermeras y el fastidio en los ojos de quienes los visitan -aquellos que corren con suerte-.
\"Pararse a la orilla de una cárcava, también es un riesgo, por el estado tan frágil de la capa terrestre, esta puede desprenderse, y la persona, resbalar con facilidad\" -dicen los que saben-.
¡Que inmensos socavones hemos creado los humanos en nuestros entornos, que grietas tan profundas se han vuelto estas cárcavas que son nuestras vidas!
Es ese flujo de emociones sin control las torrenciales lluvias que terminan por lavar nuestros suelos, desgastando cada vez más nuestras relaciones y dejando expuestas nuestras raíces y que doloroso es para el espectador, avanzar tan lento para evitar quedar varado ante el sol ardiente, en ese laberinto de socavones en el cual, la conciencia, corre el grave riesgo de perderse ante tal muestra de indiferencia, de conformismo y de falta de compasión hacia nuestros semejantes, ante la cárcava en que se encuentra parado y el peligro constante de la erosión del alma; si sigue la pendiente del terreno y fluye con el cauce natural de las emociones que ahí son derramadas, esas emociones que lo arrastran todo a su paso, en cada una de las avenidas y que transforma pequeños canalillos a lo largo y ancho en secciones transversales que se agrandan con las culpas, omisiones, reclamos y terminan en abandonos, creando abismos entre los taludes que los sostienen y que son imposibles de cruzar sin que se trabaje a conciencia en el rescate de una relación -y compruebo una vez más que el poder de la palabra es infinito, capaz de realizar obras prácticas, para el control de la destrucción de la que hablamos-.
\"Control de cárcavas, la mayor parte se forma debido a las actividades humanas y otras por la presencia de eventos de lluvia extraordinarios\" -adivinaron, palabras de especialistas-.
Y que son esas actividades humanas, si no nuestra cotidianidad; y esa lluvia extraordinaria, si no todas nuestras equivocaciones, nuestras omisiones, nuestros dar por sentado los sentimientos y nuestro acallar las palabras, el olvidar que somos custos del amor, custodios de nuestras familias, de nuestros hijos, de nuestros hermanos, -por sangre o por elección- en los momentos serenos de la hermosa vida, y aún más en aquellos que son difíciles y dramáticos, con una atención constante, abiertos siempre al dialogo, disponibles.
Revertir la formación de cárcavas en nuestros y sus adentros, es la única forma de sobrevivir a la erosión del alma, más allá de la palabra, con fidelidad, con voluntad, con el ejemplo grabado piedra a piedra y así dejar constancia de nuestros esfuerzos, ver con objetividad y realismo cada uno de los acontecimientos, estar atentos a lo que sucede y nos rodea, ser parte activa en la toma de decisiones sensatas con la prontitud que requiera cada circunstancia, rellenando poco a poco cada socavon, guardando así la firmeza de nuestros suelos, salvaguardando las certezas de que amamos y somos amados, a pesar de las lluvias.
¡Custodiar el amor nos corresponde a todos!, tener respeto por el otro, por su entorno, por sus preferencias, por sus ideas. ¡Custodiar a las gentes! preocuparse y ocuparse con verdadero amor por el enfermo, por el niño, por el anciano, por aquél que es más frágil y que nos necesita y que a menudo, lo relegamos a la periferia de nuestras cosas importantes. Custodiar uno al otro las familias, al cónyuge recíprocamente, y luego como padres, y al tiempo, a los hijos, que a su vez se transformarán en custodios de nosotros mismos -sus padres-. 
Cultivar la honestidad en las amistades, proteger y brindar confianza es cubrir de a poco esa grieta, para no dejar que nos gane el terreno de la destrucción, la cárcava, el corazón árido. ¡Cuidemos de nosotros mismos y de nuestras relaciones!, neguémonos a la formación de pequeños riachuelos que son, las envidias, las soberbias, los egos; evitemos que laven nuestros suelos y erosionen nuestras hermosas vidas. Custodiemos nuestros sentimientos, pero tengamos el máximo cuidado de proteger los de los otros, nuestros corazones, nuestras palabras, nuestras acciones, porque de ahí es de donde parten nuestras intenciones, esas que construyen, destruyen o pueden reconstruir lo que ya se ha perdido, armados de bondad, de ternura, de fuerza, de valor como una sola virtud... El Amor.
El amor ante todo y sobre todo y como vocación luminosa el servicio a quienes nos necesitan y que sin decir palabra, claman por un abrazo y nuestra ayuda.

Ha caído la tarde, es increíble como pasa el tiempo cuando se piensa en cosas importantes, miro a mi hermano y le digo, ¡Soy un Guamis!.

Sonríe, -y yo, me refresco en la lluvia de su sonrisa-.