Cuando mi mente encienda un lucero,
la soledad se vuelva compañía,
y tus labios reciten poesía,
para dejar de lado lo primero,
abrirás una salida en el cielo,
allá en aquel lugar lejano,
donde marchaste alguna vez temprano
y te embarcaste en extraño vuelo.
¿Por qué has preferido cambiarte de nombre,
arrojarte a los brazos de un nuevo hombre,
o preferir que realidad sea historia?
Es decirle al viento sopla los meses,
esta condena impuesta por jueces,
por arrancar la flor de tu memoria.