Me quedaré libando tus pestañas
hechas dos páramos de pleno sol;
me quedaré oteando las montañas
de tus cejas surcadas de arrebol.
Y extasiado besaré esas vitrinas
de tus ojos como tenues destellos,
como haces que forman en las esquinas
de tu rostro sendos y dulces sellos.
Y me dormiré… Me dormiré ahora
en tus dóciles párpados… Sonrojos
del éxtasis con que el amor aflora.
Porque en tu iris existe la alborada,
me quedaría dormido en tus ojos
para así despertar con tu mirada.