Esta Es una historia como muchas, que se repite en hogares donde la miseria va de la mano con la falta de principios.
Francisco, albañil de oficio, Juana, su esposa, los dos semi-analfabetos, ya que provenían de familias numerosas y de escasos recursos
Procrearon tres hijos: Francisco, de diecinueve años; Vicente de dieciséis y Juana de trece.
El padre, desde joven ya era un alcohólico, razón por la cual, la mitad de su sueldo, se convertía en botellas de aguardiente* y llegaba a casa especialmente los fines de semana en estado etílico y pateando al perro y al gato. Perdió el respeto de sus hijos, los varones especialmente que hacían lo que les daba la gana y no había quien les reprenda.
La madre era un cero a la izquierda, mujer sometida y dedicada a los quehaceres domésticos y a la limpieza de casas, para ayudar con los gastos del hogar. Razón por la cual dejaba a la pequeña Juanita al “cuidado” de sus hermanos.
Empezaron a ver el cambio de conducta de la pequeña y le interrogaron.
Hablo el padre:
-Juana, me vas a decir ahora ¿Qué carajo te pasa, andas lloriqueando por los rincones?
La pequeña quedó viendo al suelo y luego a uno de sus hermanos que estaba presente dijo.
-Papi el Pancho y el Vicente, me hacen cosas
-¿Qué dices, qué cosas te hacen?
-Lo que usted le hace a mi mami.
El padre enfurecido replicó:
¡Muchacha del demonio, cómo puedes acusar a tus hermanos! Acto seguido, se sacó el cinturón y la golpeó tanto hasta dejarla desmayada sobre el piso, y repetía primero llorando luego casi inconsciente: ¡Créanme por favor! La madre lloraba en un rincón .A la mañana siguiente, cuando fueron a ver como estaba Juanita, se dieron cuenta que había desaparecido, nadie supo dar razón de ella…
*Licor extraído de la caña de azúcar