Carta para un amor que no pudo ser.
Hola cariño mío.
sé que te estoy robando mucho tiempo, que estas muy liada y preocupada, y no sé, si también estas intentando alejarte de mí, si lo estás haciendo, te entiendo y te comprendo, pues tal vez yo no sea esa persona que tu necesites para ser totalmente feliz.
Sé que lo nuestro no sería eterno por mucho que yo lo quisiera o lo quisiéramos pues la distancia aunque no queramos es un muro que impide que nos amemos físicamente y hay que amarse con lama y corazón para poder mantener un amor así tan distante. Y quizás ni eso se suficiente.
Quisiera romper esta distancia con un soplo de aire para que nuestras pieles se conocieran se tocaran y se besaran para convertirse en dos como dos gotas de agua que cuando se junta se vuelven más grandes pero son una sola gota.
Entendería si mañana me dijeras.
-Esto se ha terminado amigo mío, ya no podemos seguir siendo novios. Lo siento mucho pero no.
Yo sentiría un tremendo dolor en mi corazón y como un huracán en mi alma, como si mi vida se acabara, en un segundo, como si ya no hubiese remedio para mí.
Mis ojos se inundaron de lágrimas, unas la grimas tan amargas que sentí deseos de vomitar, me quedo un sabor a hiel que se fue suavizando al pensar que sería para que tú seas más feliz, por eso no me importaría padecer tanto dolor.
Pero no puedo ni quiero olvidar aquellos momentos, en las noches bajos las estrellas, cuando sembrábamos besos por todas las planicies de nuestro ser. Cuando tu boca dibujaba en mi cuello pinceladas mágicas con tus labios de pétalos de rosas, y salía el dibujo en relieve de mi amor lleno de pasión y fuego por ti.
Recuerdo que mis labios junto a tu oído te susurraba dulces palabras de amor, tan melosas que tú te excitabas como una loba en celos y me devorabas desde los pies a la cabeza recorriendo todo e ibas dejándome besos pegados por los rincones más escondidos de los recodos de mi anatomía.
Luego cuando yo tomaba la iniciativa, tú te dejabas llevar hasta subirte a lo más alto, allí done el amor tiene su trono para ocuparlo tú y te convertías el la reina. En mi reina. Y yo arrodillado ante ti te rendía homenaje libando tu flor como la abeja cuando fabrica la miel. Miel que yo bebía de tu sexo como el caminante que se pierde en un desierto y encuentra un oasis.
Eso amor…todo eso…no sé tú, pero yo no puedo, ni quiero olvidarlo.
Joaquín Méndez. Sábado, 30 de agosto de 2014.