Su boca vulgar anda masticando como vaca la comida que deja caer migajas por toda su camisa y pantalón. Su quijada repite los movimientos circulares dándole vueltas a la galleta dentro de su boca. El exceso de grasa le emana del sudor y sus manos grasientas retienen el rastro de su desayuno. Habla mientras mastica, como vaca; su postura es atroz. Su parecido a este mamífero quizás sea por lo que aparenta, pues, ella tiene un intelecto que hace quedar al más sabio como fiel creyente. Quizás hay muchas cosas que me perturban de ella, pero compartir conversaciones no sería tanto sacrificio. Aunque, sí, la mirada la tendría perdida contando cuantos cromosomas tiene de la vaca. Muu.