He visto esos rostros golpeados más de una vez.
Las manos (rigurosas) que saltan, las mejillas
(izquierda y derecha) inflamadas, suspendidas
de asombro entre el dolor y la cruda palidez
de quien viene a matar y morir: esa adustez
insana del que persigue /un cuerpo que escapa.
He visto en los rostros (las manos) que un ojo abarca
antes de ser golpeado, la rabia /y viceversa:
hice mío el grito (cambié) la voz, con la crudeza
suicida del condenado /que ya nada aguarda.