Como sombra en los muros,
y manchas en la arena:
la sangre derramada.
Quedan vivas y muertas
muertas, de alguna forma triste,
las miradas infantes que no entienden
ese fuego del cielo.
Unos hombres ansían encontrar
esas formas de cielos pacifistas;
otros buscan tesoros
y despejan la tierra
para volverla pozo
socavón de las minas.
Cuántos pasos da el hambre por el mundo.
Para razas oscuras
se han alzado mil muros tras fronteras.
Este Siglo XXI que amanece
tiene lunas de sangre en su mañana,
en su pronto mañana.
Un arsenal espera, crece,
para una guerra larga y dolorosa.
Especie que no muda sus delirios,
sus habituales formas
de construir su vida.
Es la misma de siempre,
con vocación clasista,
esclavista y guerrera.